miércoles, 15 de agosto de 2012

Capítulo 23

Cómo no, ahí estaba él para joderlo todo. Este hombre me empieza a sacar de mis casillas. No le aguanto. Ya no más. Ya me ha jodido demasiado momentos como para dejar que siga así. Estoy harta. Harta. No pienso permitir que también estropee esto. Esto ya sí que no.
-Mille, cierra la puerta. No hables con desconocidos.
-Vístete ahora mismo. Nos vamos.
-¿Perdone? Yo con usted no salgo de esta casa. Vuélvase por donde ha venido.
-Ya ha oído a la señorita.-Mille intentó cerrar la puerta, pero Daniel se puso en medio. 
-Tú cállate, o te denunciaré por acoso a mi niña.
-Lárguese de aquí. Usted no es mi padre.-Me acerco a él, empieza a retroceder y le cierro la puerta en las narices. 
Vuelve a sonar el timbre, una y otra vez.
-Vámonos. ¡Mille, por favor, vámonos!
Le tengo que agarrar, porque se está empezando a cabrear y nunca le había visto así. Me lo intento llevar de vuelta al lago, pero no puedo con él, tiene muchísima más fuerza que yo. 
¿Qué hago, joder, qué hago? Tengo que pararle, como sea. Como sea. ¿Pero cómo, jodeeeer?
No sé cómo pero se me ocurre que quizá besándole... pero no va a funcionar. Tengo que intentarlo igualmente. 
Le beso, le beso como nunca. Rodeo con mis brazos su cuello y siento que sus músculos se relajan. Me coge por la cintura y me engancho con las piernas a su cuerpo. 
Está funcionando. Juego con su pelo, mientras trato de no caerme. Me lleva de vuelta al lago.
Me tumba con cuidado en la toalla y empezamos a acariciarnos, despacio. Le quito la camiseta, que es lo único que le queda a parte del bañador. No tenemos miedo de que nos vean. Este lago es sólo de esta casa. Giramos, estoy encima suya. Besándole. Como nunca. 

En ese momento me doy cuenta de que es ÉL. El chico perfecto, al que todas buscan. El chico con el que soñamos desde niñas. El príncipe azul. Ése chico que queremos tener desde crías, ese que soñamos sólo con ver las películas de las princesas disney. 
El príncipe de esas películas que no creemos que existan. El chico más maravilloso del mundo que sólo creemos que es imaginario. Es besarlo y sentir que lo quieres a tu lado, para siempre. Tener siete hijos con sus ojos y su sonrisa. Levantarte cada día de su mano y sentir que todo es perfecto. Le quiero, como nunca he querido a nadie. Le necesito a mi lado cada jodido segundo de esta jodida vida. Puede sonar egoísta, pero en poco tiempo es más de la mitad de mí. He cambiado. Mucho, en muy poco y sólo creo que para bien y por él.

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