martes, 14 de agosto de 2012

Capítulo 20

Sólo me acuerdo de despertarme, desnuda, sin saber dónde estaba y sola. Me costó un rato reaccionar, y cuando lo hice me empecé a morir de la vergüenza. 
Busqué mi ropa interior, me puse la camiseta que Mille me había regalado y me dispuse a buscarle.
Al mirar el reloj me di cuenta de que aún eran las cuatro y media de la madrugada. ¿Dónde estaba él?
Pasé al baño a beber agua y me recorrí toda la casa sin encontrarle. Cuando me empezaba a asustar, vi que las puertas del salón estaban abiertas y salí a tomar un poco el aire.
-Te queda genial la camiseta. Un poco larga quizá.- Me asustó Mille, que estaba sentado en unas escaleras que había en la terraza.
-Te estaba buscando.
-¿Qué he liado ya?
-Dejarme sola, ¿te parece poco?
Se empezó a reír y me senté a su lado. Me agarró por la cintura y me dio un beso en la cabeza.
-¿Te has asustado, princesa?
-No me gusta que me llamen princesa, y sí, creía que me habías dejado aquí sola.
-No seas tonta. Espero que te hayas traído el bikini.
-¿Tienes piscina?
-No, pero hay un lago ahí detrás en el que se puede bañar.
-Pues no lo sé, hizo la maleta mi madre.
-Y si no, te bañas desnuda. Total, tu cuerpo ya no tiene secretos para mí.
-¿Ah sí? Y dónde tengo la marca de nacimiento, ¿listillo?
-Al final del muslo derecho. ¿Me equivoco?
-Bueno, por una que aciertas...
Me abrazó con más fuerza y noté que me estaba helando de frío. Él también lo notó, porque me puso una manta en la que estaba sentado por encima.
-¿Ahora es cuando me tengo que despertar?
-No, si no quieres.
Nos quedamos los dos ahí sentados un rato, mirando las estrellas. Pidiendo deseos. Cuando noté que me moría de sueño me levanté, dispuesta a volver a la cama.
-¿Dónde vas, preciosa? ¿Quieres repetirlo?-Una vez más esa sonrisa pícara que me hacía enrojecer.
-Yo me voy a dormir, tú si quieres puedes repetir con esta manta tan chuchuchuli.-Me empecé a reír como nunca y me metí en la casa encaminándome al dormitorio. Noté que venía corriendo y empecé a correr como una histérica hasta que me agarró y nos caímos los dos al suelo. Me empezó a hacer cosquillas y yo no podía parar de reírme. Para que parara le empecé a besar. Me cogió en brazos y me llevó a la cama.
"Como a una auténtica princesa"-pensé.

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