domingo, 12 de agosto de 2012

Capítulo 17

Al entrar al salón vi un gran paquete con un gran lazo rojo y por no variar, con una nota enganchada al lazo. 
La saqué del sobre y la leí en alto:
-"Como ves, este regalo es bastante más grande, con lo cual requiere una prenda más grande, y si creías que podrías elegir cuál sería la prenda que pagarías en cada regalo, te equivocabas. Debido al gran tamaño del paquete, deberás depositar aquí tus pantalones. Y sin rechistar, pequeña".
Me dediqué a mirarle mal mientras me los quitaba y me subía el rubor a las mejillas. Lo mejor es que tengo la manía de llevar camisetas anchas y me cubrían las bragas por completo, porque llevaba unas blancas de flores horribles.
Al otro extremo de la habitación había una pista.
-"Esto se termina, preciosa. Sólo queda un regalo, quizá el más importante de los hasta ahora vistos, al menos para mí. Lo podrás encontrar en la única zona negra de la casa, en nuestro rincón."
Me giré mientras Mille se quitaba los pantalones, porque me daba a mí más vergüenza que a él. Una vez hubo terminado, yo en camiseta y en bragas y él en calzoncillos, nos dirigimos otra vez al cuarto.
Al abrir la cama, había un paquete, alargado y fino, con un lazo azul y la que supuse la última nota. Dejé el gran paquete que traía en brazos y el pequeñito en un rincón y me dispuse a leer la nota.
-"Como comprenderás este es el final del juego, y cómo no, tenía que terminar en la cama. En nuestra cama. A mí ya no me quedan prendas, pero si mis cálculos no fallan, y no suelen, sólo te queda la camiseta. No sé si este regalo vale una prenda tan valiosa, como lo es para una mujer. El regalo no es especialmente grande, pero tiene un gran valor sentimental, al menos debería valerlo para ti tanto como para mí. Las reglas han cambiado, y esta última prenda, me encargaré personalmente de quitártela yo."
Antes de que me quites la camiseta, he de decirte que te has tomado demasiadas molestias con tal de acostarte conmigo.
-No pretendo sólo acostarme contigo, porque si no estás preparada, sólo nos tumbaremos ahí, nos abrazaremos y haremos grandes planes de futuro hasta quedarnos dormidos. Y por si aún te queda alguna duda, no hago todo esto con tal de follarte y no volverte a ver. Si todavía piensas eso, deberías coger el teléfono y llamar a mi padre para que venga a por ti.
-No he querido decir eso en ningún momento, idiota. Me refiero a que venía tan decidida a hacerlo contigo que un simple condón encima de la mesilla y una vela en la otra, hubiera bastado.
En realidad no estaba tan decidida, pero no quería que se notase mi miedo. Me moría de ganas por hacerlo con él, pero me daba auténtico terror. 

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