martes, 24 de julio de 2012

Capítulo 8

-Quítate, imbécil, o te sacaré las tripas y se las daré de comer al primer perro que vea por la calle.
-No, esa no es la manera, preciosa.-Susurraba muy cerca de mi oído.
-Por favor, Christian, suéltame. No te haré nada. Lo juro.
-No me creo este cambio tan rápido, Katthy.
-Está bien. ¿Qué quieres?
-Algo... que no te es difícil darme.
-Teniendo en cuenta que me tienes agarrada, no te puedo dar nada.
-No influye el que te tenga agarrada. Dame un beso.
¿PERDÓN? Que le de un beso dice. Será en la mejilla, ¿no? Porque si no... No, se lo voy a dar en la mejilla y si no... pues alguien entrará, digo yo.
Le doy un beso en la mejilla y noto que se ríe.
-De qué te ríes, imbécil.
-De que no me has entendido con lo del beso, preciosa.
-No me llames preciosa.
-Pues bésame, pero esta vez bien, ehh.
Joder, joder, joder. No, no le puedo besar. Acabo de estar con Mille, ¿y si se entera? Será mejor que termine con esto cuanto antes. Me acerco y hago el amago de besarle. Me acaba de soltar las muñecas. Perfecto. Le hago girar de forma que me quedo yo encima. Me vuelvo a acercar, pero me separo de golpe y le doy un puñetazo en la nariz. Me levanto corriendo y me voy, con su sangre en mis manos.
Estoy en los pasillos, corriendo como una histérica, buscando a alguien para no estar sola cuando él vuelva.
-Señorita Jones, hace 10 minutos que debería de estar en mi despacho, junto a su compañero, el señor Raven.
-Ehh sí, él está... bueno, no sé donde está. Me he perdido por el instituto, perdón.
-No hay perdón que valga, señorita. Coja la fregona y termine lo que empezó ayer.
Entre los niñatos de este instituto y el jodido director... Estoy harta, más que harta. Y vamos por el segundo día. 
Noto unos brazos cerrándose alrededor de mi cintura, un pelo, que no es el mío haciéndome cosquillas en el cuello.
-No sabía que las niñas recién llegadas ahora se pierden y empiezan a correr por los pasillos.
-No sabía que los chicos malos del instituto ahora se dedicaran a espiar a las chicas recién llegadas.
-Te he visto salir del baño, de hombres, y quería saber si estaba todo bien.-su voz sonaba muy dulce y preocupada.
-Sí... nada grave.-Observo mis manos ensangrentadas por la nariz de ese cerdo y me acuerdo de que seguramente me esté buscando.-Lo puedo controlar yo sola, tranquilo.
-Oye, ¿qué haces después de clases?
-Pues limpiar toda la segunda planta, ¿te apuntas?-Me empiezo a reír y él sonríe. Me muero con esas sonrisas suyas.
-Hombre, yo había pensado más en pasar la tarde contigo, los dos juntos, solos, sin fregonas de por medio. Me ponen muy celoso, ¿sabes?
Dios, me estoy empezando a enamorar.
-Vale, sin fregonas entonces. Llamaré a mi madre para decirle que no me espere. ¿A dónde iremos?
-Ya lo verás, no seas impaciente.- Me empieza a besar muy despacito, pero muy intensamente.
-Señor Stewart, ¿quiere compartir el castigo de su... amiga?
-No, perdón, ya me iba. Luego nos vemos.
Me da un beso en la frente y se va.
-¿Qué hace ahí perdiendo el tiempo?
-Ehh... sí. Me voy arriba a limpiar. Perdón.

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