lunes, 23 de julio de 2012

Capítulo 7

-Guau, algo muy grave tuvisteis que hacer, como violaros en medio del pasillo, ¿ehh?
Me dirigió una sonrisa pícara que me quedé embobada viendo sus preciosos dientes blancos, tan sumamente embobada, que no comí una farola porque se puso él en medio.
- Ehh, creo que ya es hora de que vayas despertando.
Estábamos cerca, muy cerca, tan cerca, que su pelo estaba en mi cara y sentía su respiración en mi frente.
-Sí, perdón, pero...-De repente miré sus ojos, verdes, de un verde tan bonitos que no pude pensar en otra cosa durante mucho tiempo.
Se empezó a acercar cada vez más, empecé a temblar, estábamos a escasos centímetros. Colocó su mano en mi mejilla, retirándome el pelo, sonriendo, y cuando me iba a besar, un coche pasó al lado, nos pitó y él se separó de golpe.
-Mi niña, ¿te llevo a clase? Me pilla de paso a mi nueva casa.
Otra vez ese estúpido hombre. Ya no solo se dedica a amargarme, si no que también me fastidia todos y cada uno de los momentos bonitos.
-¡¡¡No me llame mi niña!!! Y no, me niego a ir con usted siquiera a la vuelta de la esquina.
-No seas así, cielo, soy tu padre.
-Yo no tengo padre, ¿cuántas veces se lo explico?
-Oye, Kattherine, yo me tengo que ir ya o llegaré tarde.-Mierda, me había olvidado por completo de Mille.
-Me voy contigo, no tengo nada que hacer aquí, con este imbécil.
Dejé a loqueseaqueseaesehombre con la palabra en la boca y me fui con Mille. Fuimos todo el camino al instituto sin hablarnos, supongo que después de lo ocurrido, yo me moría de vergüenza y a él le daba igual.
Cuando ya estábamos en la puerta del instituto, se acercó y antes de saber qué estaba pasando, me empezó a besar. Dulce, muy dulce, pero a la vez caluroso, muy intenso. Cuando se separó sentí que me fallaban las piernas y me tuve que agarrar a él.
-Lo siento, pero no me pensaba quedar con las ganas de hacerlo.
Empezó a sonreír, de una manera que no pude evitar acercarme para devolvérselo.
-Vaya, ese sí que no me lo esperaba, pequeña.
-De eso se trataba.-Le guiñé un ojo y me metí al instituto sin echar la mirada atrás.
Entré al baño y me entró un subidón de adrenalina que no pude reprimir y me puse a sonreír como una loca. me tiré al suelo y me empecé a reír.
-Deberías de saber que los baños de hombres no son lugar para histéricas tiradas en el suelo riéndose solas.
- Me giré y vi a Christian salir de uno de lo baños.
-Perdón, no sabía que era el baño de hombres. Ya me voy.
-No, tú no te vas de aquí. Está claro que vienes buscando algo.
Yo aún no me había levantado, y no me dio tiempo a hacerlo, ya que él estaba encima mía. OTRA VEZ.
-Qué haces. Quítate.
-Oblígame.
Intenté empujarle pero me sujeto las muñecas con fuerza.
-Quítate, imbécil, o te sacaré las tripas y se las daré de comer al primer perro que vea por la calle.

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