domingo, 16 de septiembre de 2012

Capítulo 29

Clases. Las 14:04. Un minuto para salir de este infierno. Ya no estamos castigados, pero es casi peor el tener que ir a casa de Christian. ¿Hacerme pasar por su novia? ¿Qué se ha creído este imbécil? 
Empiezo a recoger mis cosas y veo que me mira de reojo. Él está sentado con Tábata, pero ella parece no darse cuenta de la situación. 
Suena el timbre y salgo, esperando no encontrarme con Mille para no tener que inventarme ninguna excusa. Por si acaso pienso alguna. Algún trabajo, pero insistirá en ayudarme. Cumpleaños, pero sabe que no tengo amigos, precisamente. Bueno, me llevo bastante bien con Alex, el chico que se sienta a mi lado en clase. Pero no cuela. Dios, ¿qué hago? Salgo lo más rápido que puedo del instituto y todo va bien hasta que se acerca por detrás, me abraza y me da un beso en la mejilla. Me giro, queriendo no hablar con él, pero es Christian.
-¿Qué haces, imbécil?
-Están ahí mis padres, preciosa. Así que sonríeme un poquito.
-Tenía entendido que yo iba a tomar café nada más. 
-Sí, pero como no sabrías llegar a mi casa les he convencido para que vengan a por nosotros.
-Pero mi madre...
-Tu madre ya está avisada. 
No tenía derecho, no tenía ningún derecho. Esta situación no me gusta nada. Pero nada de nada. Estoy cabreada, y sé que se me nota. Cuando algo me sienta mal, no lo puedo ocultar. Intento que no se note mucho, no quiero que Mille se entere de esto.
Noto que Christian me coge la mano y le dejo. Empezamos a andar y me doy cuenta de que en realidad no es tan malo. Sólo actúa por su bien, pero en ningún momento me ha tratado especialmente mal. Y recordando todos los momentos, la mala he sido yo. Y he llegado a cabrearle mucho. Y aquí estamos. De la mano, yendo hacia su coche. La verdad es que si cualquiera no nos conoce, pensaría que somos novios. Decido que voy a intentar estar bien con él. Será lo mejor, sin duda.
Seguimos andando durante al menos diez minutos, nos hemos alejado mucho del instituto. Iba tan embobada que no me había dado cuenta de que no sé dónde estoy.
-¿Y tus padres?
-Supongo que en casa.
-¿Como que supones? ¿Dónde estamos?
-Sí, supongo. Tú y yo vamos a tomar café con ellos. De comer no dije nada. 
Me paro en seco y le suelto la mano. ¿Qué está pasando?
-Antes me has dicho que estaban tus padres y que venían a buscarnos.
-Estaban para buscar a mi hermana. Y vienen a buscarnos a las cuatro al instituto. Así que si quieres comer, date prisa, muñeca.
Respiro hondo. La verdad es que me muero de hambre. Decido confiar en él, aunque quizá no debería.
Me vuelve a tender la mano.
-¿Vienes, nena?

No hay comentarios:

Publicar un comentario