viernes, 26 de octubre de 2012

Capítulo 30

Entramos en un bar, no muy grande, pero sí muy acogedor.
-Christian, cuánto tiempo. ¿Qué quieres, cielo? Uy, qué chica más guapa, ¿tu novia?
-Una hamburguesa de las de siempre con patatas, por favor, preciosa. Sí, ¿qué te parece?
-Pues muy guapa. Se la ve maja. ¿Qué quieres tú, pequeña?
Aún estoy en estado de shock, intentando asimilar que Christian le ha dicho que somos novios. ¡NO LO SOMOS!, me entran ganas de gritar. Respiro hondo.
-Lo mismo que él, por favor.
-Vale, sentaros.
Nos sentamos en una mesa, no muy alejada, pero sí solitaria.Nos ponemos uno en frente del otro y decido que mirar por la ventana es mejor que mirarle a él.
-¿Qué te pasa, princesa?
-No me llames princesa, no me llames muñeca, no me llames nena, ¡no me llames! Esto sólo es una pantomima para que tus padres te dejen en paz, ¡y se lo vas diciendo a todo el mundo!
En ese momento me doy cuenta de lo sumamente enfadada que estoy.
Christian me mira como pidiéndome que baje la voz.
-No pensé que te fuera a sentar mal que se lo dijera a Emma, tampoco es algo del otro mundo teniendo en cuenta que hemos entrado de la mano.
-Estoy flipando, te estás creyendo tu propia mentira. Christian, tú y yo no estamos juntos, ¡deja de creértelo!
-No me creo nada, sé que no estamos, pero para un día que somos "novios" pienso aprovecharlo. Un día es un día, Katthy, deja de poner mala cara y sonríeme un poco, anda. Sabes que no voy a hacer nada que tú no estés deseando.
Llega la comida y me lanzo a por ella. Estoy muerta de hambre, tanto enfado me da hambre.
Terminamos de comer y le veo que me está mirando. Le miro y sonríe. Me río de lo absurdo de esta situación. O quizá es automático al ver sus sonrisa. Eh, Katth, no. Para ya.
-Eh, ¿nos vamos?
-¿Qué hora es?
-Las tres.
-Todavía queda un rato.
-Pero vamos a dar una vuelta, anda.
Accedo, al fin y al cabo todavía me queda un rato de respirar. Andamos hasta un pequeño parque. Nos sentamos en un banco, soltamos las mochilas y se me queda mirando.
-¿Qué quieres ahora?
Demasiado borde. Intento arreglarlo.
-Quiero decir...
-Sí, que por qué te miro. ¿No crees que deberíamos empezar a hacernos pasar por novios para que luego no nos pille de sorpresa?
-¿Qué quieres, Christian?
-No, es más bien qué quieres tú.
Le tengo a tres centímetros. Todo mi cuerpo se estremece. No consigo pensar, no consigo reaccionar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario